Cada 25 de noviembre, el mundo conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha que nos invita a reflexionar sobre una de las problemáticas más urgentes de nuestra sociedad: la violencia de género.
Como referentes de cuidado y promotoras de la salud, las enfermeras y enfermeros tenemos un rol clave en la detección, prevención y acompañamiento de las víctimas, y en la promoción de una cultura de respeto y equidad.
La violencia contra las mujeres no distingue fronteras, edades ni contextos socioeconómicos. Según cifras de Naciones Unidas, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida. En Chile, los femicidios y las denuncias por violencia intrafamiliar evidencian la necesidad de esfuerzos comunitarios para erradicar esta problemática estructural.
Desde el ámbito de la enfermería, nuestro compromiso trasciende el cuidado físico; somos agentes de cambio capaces de impactar en la vida de quienes enfrentan estas situaciones.
En nuestras consultas y labores diarias, somos muchas veces la primera línea de contacto con mujeres que sufren violencia. Por ello, es esencial estar formadas en la identificación de signos de abuso y contar con herramientas para brindar apoyo y derivar a las redes correspondientes.
La formación en perspectiva de género es una deuda pendiente en muchas instituciones. Incorporar esta mirada en nuestra práctica profesional no solo nos permite entender mejor las raíces de la violencia, sino también intervenir con empatía y eficacia. Es necesario que todos los colegios profesionales, y en particular el Colegio de Enfermeras de Chile, refuercen la capacitación en esta materia y promuevan el desarrollo de protocolos que amparen tanto a las víctimas como al personal que las atiende.
Pero nuestra labor no termina en el ámbito clínico. Como profesionales de la salud, también debemos alzar la voz frente a las desigualdades estructurales que perpetúan la violencia. Debemos abogar por políticas públicas que aseguren el acceso equitativo a la salud, la educación y el trabajo, porque solo abordando estas desigualdades podemos prevenir la violencia en su origen.
En este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, hago un llamado a mis colegas a renovar nuestro compromiso con esta causa. Que nuestra voz sea un instrumento para romper el silencio, y nuestras acciones, un faro de esperanza para quienes sufren. Como enfermeras y enfermeros, somos parte fundamental del cambio que la sociedad necesita. Solo trabajando juntas y juntos podremos construir un futuro libre de violencia, donde cada mujer viva con dignidad y seguridad.
Que esta jornada no sea solo un día de conmemoración, sino un recordatorio de nuestra responsabilidad colectiva y profesional. Es hora de transformar el cuidado en un acto político, porque cuidar también es luchar.
COLEGIO DE ENFERMERAS DE CHILE
