Si de historias de esfuerzo a la hora de enfrentar adversidades de la vida se trata, sin lugar a dudas que el caso de nuestra colega Eileen Breitler Catron (35) es un caso digno de destacar.
Eileen Breitler estudió Enfermería en la Universidad de Aconcagua, sede Quilpué y actualmente se desempeña profesionalmente en la Corporación Municipal de Salud de Viña del Mar, específicamente en el Programa para la Detección y Referencias asistidas en el consumo de alcohol, drogas y otras sustancias.
“En el año 2015 ingresé a la corporación para trabajar en diferentes programas. Primero me titulé como Tens, antes de estudiar para ser enfermera. Al principio me costaba mucho encontrar trabajo, pero de a poco me fui abriendo camino para ingresar al servicio de Cirugía y Médico Quirúrgico del Hospital Gustavo Fricke para realizar reemplazos. Posteriormente, ingresé a la corporación”, rememora sobre sus primeros años laborales.
Sin embargo, cuando su carrera comienza a encaminarse, en el año 2018 recibió una noticia difícil de asimilar.
“Fue totalmente sin aviso. Ese año en febrero, yo me empecé a sentir con mucha cefalea. Empecé a busca horas de atención con un neurólogo, pero había disponibilidad recién para julio. La verdad es que había muy pocas posibilidades de ver un médico. Por otro lado, la cefalea se detuvo por un par de meses, pero sumado a eso, yo acumulaba un cansancio crónico. Siempre fui muy activa, pero desde ese momento mi vida se convirtió en algo muy agotador de llevar”.
Fue así como una madrugada Eileen comenzó a sentir una crisis convulsiva y ahí comenzó todo. La trasladaron rápidamente a la Clínica y le realizaron un escáner. “Se me dijo que era un accidente cerebrovascular. Fui trasladada al Hospital Van Buren por Ley de Urgencia. Allá me hicieron una resonancia que arrojó como resultado que tenía un tumor cerebral”.
“El neurocirujano se me acercó y me explicó que tenía un tumor y creía que era maligno, aunque había que seguir estudiándolo, a través de cirugía. Doce días después se llevó a cabo la cirugía, pero mientras estaba en pabellón sufrí un accidente cerebrovascular. Hubo que detener la cirugía y derivarme a la UCI. No podía movilizar mi cuerpo, al principio quedé con una hemiplejia. Después de las terapias físicas y el amor del señor, ahora tengo una hemiparesia izquierda y pérdida de sensibilidad, no tengo motricidad fina en el lado izquierdo, más una leve parálisis facial”.
A pesar de lo difícil del proceso y que debido a la pérdida de motricidad fina, Eileen ha tenido que dejar atrás algunas funciones propias del ejercicio profesional, se reconoce cristocéntrica y manifiesta una gran fe para continuar aportando en los diferentes espacios laborales que se abran para ella.
“Sigo y seguiré realizando mis actividades profesionales y preocupada del cuidado de mi salud. Aunque he tenido dificultades en el tema del seguimiento en Neurocirugía del Hospital Van Buren. He estado con lista de espera por largo tiempo”, manifiesta, al tiempo que realiza un llamado al equipo directivo de dicho establecimiento, con el objetivo de acelerar la hora de consulta con el médico especialista para su control.
“Si no fuera por el amor del señor y apoyo de mi familia, me habría costado mucho salir adelante. Agradezco mucho el apoyo de mi madre por sobre todo. También han estado presentes desde el primer momento, mis colegas del Colegio de Enfermeras Regional Valparaíso, quienes me ayudaron desde lo económico y a gestionar varias derivaciones. Estoy muy agradecida de ellas. Gracias a su apoyo y mi fe en el Señor, con el tiempo me fui liberando del temor, que es completamente humano y normal. Además, agradezco mi patología, pues me hizo poder ver y valorar otras cosas en la vida. Uno se da el tiempo de parar, lo que ha sido muy enriquecedor”.
